Gabriel Verderi
Irene Pérez
Radio Zurich
David Contreras
Interferencias
Cada una de las cuatro exposiciones englobadas bajo el título 2 + dos = 5, centradas en el concepto de comunión como paradigma relacional del proceso creativo, se extendió al espectador a través de la dinámica Interferencias.
Ésta consistía en invitar a un artista de Terrassa, ajeno al desarrollo del proyecto expositivo inicial, a que interviniera en la exposición una vez montada. El cómo quedaba a su libre albedrío. El objetivo era provocar la comunión entre el espectador y la obra, y él podía materializar el fruto de esa experiencia generando una respuesta. Como si de una reverberación se tratara, sería capaz de generar una contestación artística comunicable y compartida con todos los visitantes.
Cada uno de los artistas invitados a actuar en comunión con lo expuesto, contó con varias semanas para considerar su “interferencia” y realizar su intervención.
Para esta respuesta el reto era hacer uso de una total libertad, poner, quitar, modificar, cualquier cosa que considerara necesaria. Todo bajo el compromiso de que fuera consecuencia de un diálogo profundo con la exposición.
Gabriel Verderi intervino en Oscuro latido. Lo hizo con una pieza de investigación titulada F.Y.E.O “Solo para tus ojos”, en la que una persona invidente, Georgina, visitó la exposición, palpó, escuchó, percibió, y compartió con él su experiencia. La grabación de aquellas palabras claves que describían las emociones despertadas por lo percibido dio lugar a una pieza audiovisual que fue introducida en el espacio de la instalación, y que aportó la luz de quien ve en la oscuridad.
“La interferencia que he formulado consta de la proyección de un vídeo en una pared. Las imágenes son de la boca de Georgina pronunciando las palabras que escogió y que sugieren una voluntad de comunicación que sale desde una boca que mira las piezas que configuran la instalación. Una boca que habla, pero que no emite sonido. Sólo articula e intenta establecer un diálogo mudo entre las apariencias. En el lado opuesto de la sala hay un cubo translúcido. Tiene una luz interior tenue desde donde se pueden escuchar las palabras que salen de la boca.”
Verderi hizo llegar al público una profunda reflexión: ”Todo lo que queda detrás o escondido de la luz, no se muestra en la apariencia, pero está implícito en la esencia de la obra. Provoca una resonancia interior sorda que constituye un sustrato que a pesar de ser invisible, sustenta el relato. Pienso que las personas que están más preparadas para acceder al sustrato desde la mirada interna son los invidentes. No se dejan seducir por la apariencia de las cosas”. Compartió con todos una contundente conclusión: “Lo importante en el arte es invisible a los ojos”1. Una afirmación clara sobre la trascendencia del arte.
El mundo de la memoria hizo su aparición en Traído (por el viento), y la artista Irene Pérez, intervino en la exposición. Lo hizo de un modo sutil y delicado, con pequeños fragmentos de tela en los que había mecanografiado algunos textos. Con ellos marcó las cuatro direcciones del espacio. Una brújula para los sucedidos de la memoria. Desde el contenido semántico de los términos: historia (Norte), recuerdo (Sur), nostalgia (Este) y topografía (Oeste), puso palabras a los dibujos, líneas, texturas y redes asentados en el suelo. Y con una pieza de trenzas evocó la transmisión de nuestra historia oral en femenino. Con su interferencia se reconfiguraron y profundizaron los conceptos planteados en la instalación.
Flaira d´alta mar
Intento tancar els ulls i
Imaginar-te
A l´altra banda esperant
no porto el temps lligat
al braç
Mentre tinguem on arribar
No importa quant de
Temps ens pot portar
Aroma de alta mar
Intento cerrar los ojos e
imaginarte
Esperando en la otra orilla
no llevo el tiempo atado
al brazo
Mientras tengamos dónde llegar
No importa cuánto tiempo
nos pueda llevar
Estas son las palabras de la cantautora Aida Strings, que acompañaron, junto al sonido de la guitarra la interferencia del artista Radio Zurich. Cubierto el rostro, se inició un deambular por la plaza existente frente a la sala. Sus escasos recuerdos y pertenencias eran arrastrados sobre un improvisado carrito. Heridas infligidas por otro, y el sufrimiento por los propios retos, fueron marcadas con cruces rojas sobre sus brazos.
Fue la interferencia en Siempre Ulises, una reflexión sobre el viaje de la vida, los obstáculos propios y ajenos. El artista, con su performance, añadió con nitidez la personalidad del inmigrante al Ulises de Homero. Ese que atraviesa el mar Mediterráneo, o recorre nuestra península de Sur a Norte, arrastrando con él la rueda del eterno retorno, así como aquellas imprescindibles pertenencias que le mantienen unido a un pasado y a una identidad que teme acaben disueltos al final de su destino. Sus pertenencias arrastradas quedaron encalladas en la sal como testimonio.
“Es el dolor lo que te hace avanzar en el camino. Si existe Ulises es porque no hay frenos frente a las barreras. […] Se trataba de dialogar para aumentar la atmósfera que une todos los elementos en un gran collage”. (Radio Zurich)
La cuarta y última interferencia incidió sobre el tema Noche Serena. Aquella que llega tras un dolor superado, cuando este se vuelve luz, cuando la noche ya no tiene el denso espesor de la soledad sino el de una suave brisa.
David Contreras intervino en la muestra desde la experiencia personal y se sirvió para expresarse de 150 cirios, incienso de sándalo y música.
Construyó una atmósfera cargada y densa en la que la experiencia del dolor estuvo presente a modo de rito de paso. Un camino de cirios marcaba la entrada a la sala. Con su luz atenuada, las obras existentes eran puntos de referencia en la noche. El humo de los cirios ardiendo, y del incienso quemado, se elevó como las plegarias, mientras un canto religioso ortodoxo ruso contribuía a generar la sensación de sacralidad y profundidad entorno al espacio. El volumen del sonido fue disminuyendo hasta extinguirse como la luz de las velas, todas menos una.
De la nada apareció alguien. Se arrodilló junto a la cama para prepararse. El sonido del cante jondo, sin acompañamiento, en toda su pureza, irrumpió en la sala. Limo primigenio y algunas estrofas de textos sagrados de la Biblia fueron lo escogido por él. Unas palabras que fluyeron tras su profundo diálogo con la exposición.
En la penumbra, donde resonaban la profundidad y la conmoción del sentimiento en la voz del cantaor José de los Camarones, David Contreras y su ayudante pegaron la siguiente sentencia en la pared: “Todo aquello que puede ser dicho, puede decirse con claridad, y de lo que no se puede hablar, mejor es callarse”. [Ludwig Wittgenstein]
Extinguido el sonido de su voz, regresa al cuarto oscuro del que salió. Mientras la gente abandona la sala y finaliza la interferencia suena la canción suave y esperanzada de Vera Lynn, We´ll meet again (1939).
«Cuando debía realizar mi interferencia, el azar me llevó a conocer a José. Su cante es absolutamente primitivo, no se puede explicar, tan solo sentirlo, como los sentimientos, como el arte. […] He querido llevar a un espacio, considerado de arte exclusivo, un arte popular a menudo denostado, para que el público experimentara lo trascendente de lo que no puede ser dicho» (David Contreras)
Las respuestas de estos artistas fueron de lo más variadas, pero en ningún momento se atrevieron a tocar lo expuesto. No osaron desplazar o eliminar nada. La tendencia fue sumar, añadir. Quizás, como decía uno de ellos, Radio Zurich, el respeto impedía, aún cuando se había dado permiso para ello, herir al otro por condicionamientos culturales. Pero también cabe otra posibilidad, que el diálogo llegara a ser verdaderamente profundo con el conjunto unitario de la exposición, no sólo con algunas de las piezas, y entonces, es difícil romper, quitar, resultando siempre más positivo aportar un matiz, una nueva mirada, una voz distinta y complementaria.
Concluidas las Interferencias las respuestas sinceras de estos artistas nos ayudan a reflexionar incluso sobre nuestro día a día, sobre el modo en el que nos aproximamos a la realidad: con ideas preconcebidas y parámetros estandarizados.
Nos confesaron algunos que tras recibir la propuesta y habiendo leído los textos de la hoja de sala, sin haber contemplado la exposición, todavía sin montar, casi tenían ya previsto lo que podrían hacer. Pero después, todos ellos fueron capaces de enfrentarse desnudos a lo mostrado, estableciendo un profundo diálogo con cada una de las piezas y con su totalidad, lo que les llevó a descartar lo preconcebido para embarcarse en una nueva aventura, que les empujó a arriesgarse y a buscar dentro de si mismos lo que podían potenciar en la muestra, en la instalación.
Sus declaraciones nos advirtieron del cuidado que debemos prestar a una mal interpretada eficacia, y sobre cómo habitualmente tendemos a mostrarnos a nosotros mismos sin considerar en exceso a los demás.
El resultado: una gran riqueza de impresionante calado para ambas partes, que reverberó en el espectador.
Los artistas de cada muestra no lo han sentido como una injerencia, sino que han advertido cómo la exposición se completaba, como si previamente, y sin saberlo, hubieran dejado un hueco, un silencio que esperaba un eco, una presencia…
Su implicación e ilusión superó nuestras expectativas y llevó la exposición a una mayor plenitud.
12+dos=5: https://labca.art/gabriel/ [consulta: 22/07/2019]