Mar Alta
La editorial La Zua nos presenta MAR ALTA, un cuidado libro que contiene las más recientes creaciones del poeta Jesús Cobo. Un poemario que se mueve entre lo húmedo y lo seco. Los 47 poemas que componen este libro nos posibilitan para acompañar a Cobo en su búsqueda de lo intangible.
MAR ALTA no es sólo un libro de poesía, es algo más. Es un trabajo de colaboración entre el escritor Jesús Cobo, y la obra fotográfica de Ignacio Llamas. Esta obra, podemos decir que es el fruto de la comunión entre dos obras para ser una. Es el resultado del ejercicio de diálogo profundo entre la palabra generada por Jesús Cobo y la imagen ofrecida por Ignacio Llamas. Esto quiere decir que poesía y fotografía ceden su independencia y autonomía para construir una identidad mayor, una única obra en la que ya la una no puede ser sin la otra.
Esta pieza ha necesitado un largo periodo de decantación, de depuración, antes de ser ofrecidas a quien la lee y contempla entre sus manos. Los poemas fueron escritos en la primavera y verano de 2019. A ellos se unieron las imágenes durante los primeros meses de 2020. Posteriormente, tras un largo silencio, el libro se terminó de imprimir en marzo de 2023.
Proceso de creación de Mar alta
Realizamos un primer trabajo de colaboración en el que pusimos en diálogo palabra e imagen, que se materializó en una carpeta de grabados titulada: La misma mano.
Tras esta primera obra conjunta, surgió la idea de abordar un libro en el que el diálogo entre ambas obras fuera mucho más profundo.
Cuando fui a visitar a Jesús Cobo me dio el manuscrito de un libro ya terminado, aún sin publicar, y me concedió toda la libertad para hacerlo dialogar con mis imágenes. El trabajo se prolongó durante varios meses, en los cuales mi objetivo era entrar en lo más profundo de sus palabras y hacerlas mías. No se trataba de ilustrar las ideas propuestas en su poesía, sino de acompañar las emociones que ésta generaba. Mi principal preocupación era construir algo unitario donde la palabra perdiera su identidad para transformarse en imagen y la imagen se convirtiera en palabra.
Este trabajo resultó más complejo de lo esperado. No se trataba de una complejidad técnica sino espiritual. En un momento dado del proceso creativo, en el que el libro estaba muy avanzado, recordé la experiencia de comunión hecha en otras ocasiones y cómo ésta había enriquecido, profundamente, la obra, llevándola a una mayor plenitud.
Envié el boceto del libro a varios miembros del grupo LabCA para que me dieran su parecer. La colaboración se concretó en varias reuniones por zoom, estábamos en pleno confinamiento por el Covid-19. En estas largas y profundas sesiones de trabajo fuimos revisando, página por página, todo el libro. Cada uno expresaba, con libertad y desapego, su opinión, lo que le gustaba y lo que no funcionaba del diálogo entre la fotografía y la poesía. Durante tres intensas sesiones, en diferentes momentos de la creación del libro, y gracias a un clima de profunda comunión, éste se fue construyendo y depurando para adquirir la ansiada unidad formal, emocional y espiritual.
Este hondo diálogo también se mantuvo con el poeta, que en un momento dado me dijo: “El libro necesita un final con mayor presencia del mar”. Tuve que esperar a que llegara el verano, para poder viajar, poder escuchar al mar, y poder captarlo en imágenes. Ellas hicieron posible construir un final con una mayor presencia del agua y culminar la creación de una única pieza en la que poesía y fotografía se funden en una sola entidad.