Planteamientos filosóficos: la dimensión dialogal

Dolores García Arnaldos

Ponencia: Seminario Comunión artística en la creación contemporánea, 09/03/2012, UCM.

Es natural que una antropología que conciba al ser humano en clave cosmocéntrica, como en el pensamiento griego, prevalezca la tendencia al individualismo.

Fijaos que durante más de un milenio predominó la definición de persona de Boecio (m. aprox. 524) como “sustancia individual de naturaleza racional”1. Las categorías básicas siguen siendo la de sustancia individual, y la racional, de la que diría Descartes “pienso luego existo”, permaneciendo en la sombra la relación de la persona con los otros. Podríamos nosotros afirmar: “Me relaciono, luego existo”, “Amo, luego existo”, “Creo, de crear, luego existo”, “Me emociono, luego existo”. Tenemos muchas más dimensiones que la racional, y somos más que seres individuados.

El olvido de la dimensión dialogal crea notables problemas para la comprensión de la socialidad, que acaba reducida a pacto social o a mera convención, engrosando la superficialidad: miradas rápidas, oídos semiatentos…, pero el olvido también alcanza nuestra relación con el mundo en su materialidad, como puede ser la consiguiente explotación indiscriminada de la naturaleza hasta llegar al presente problema ecológico.

Ya Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), por ejemplo, se dio cuenta de este problema y propuso una recuperación de la relacionalidad. Su planteamiento, en síntesis, consiste en que la verdad de ser persona radica justamente en encontrarse a sí mismo vaciándose en el otro.2 Así la persona se realizaría como realidad en la referencia. La objeción a esta teoría por parte de autores como Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900) es que en el ámbito humano la relación yo-tú sería normalmente alienante, porque existe la tendencia al dominio, a la imposición, se corre el peligro de perderse en el otro o de abusar de él. Pero la respuesta de Hegel es que esa relación es alienante sólo cuando no está sostenida por una auténtica apertura al tú; y es realizadora cuando se desarrolla en la confianza plena y recíproca, en el desapego. El amor reconcilia el yo con el tú.

Sin embargo, en la tendencia general del pensamiento y los sistemas modernos prevaleció la concepción de la persona como individuo. Esta deriva condujo hasta los grandes dramas históricos contemporáneos en cuyo sustrato encontramos la consideración del otro como enemigo al que enfrentarse, más que como interlocutor con el cual buscar la verdad. Pero algo se ha aprendido de todo esto, pues en el mismo siglo XX, la perspectiva de la relacionalidad y la apertura al otro será profundizada por el personalismo filosófico. Según Martin Buber (1878-1965), por ejemplo, la persona se manifiesta en el hecho de entrar en relación con otras, y la misma personalidad, el modo concreto de ser de cada uno de los que se encuentran, madura con dicho encuentro.3 Esto no es aplicable solo a nivel personal, sino también al campo profesional, de las competencias, incluso a la dinámica de la obra artística.

Si contemplamos la obra del artista estadounidense Robert Morris (1931) hallamos un perfecto ejemplo con el que ilustrar estas ideas. A finales de 1964 principios de 1965 realizó una exposición en la Green Gallery de Nueva York, donde expuso siete esculturas de madera contrachapada pintada de gris. La instalación utilizó todo el espacio expositivo. Cada una de las piezas fue colocada en compromiso con el espacio que ocupaban.

Robert Morris - Installation in the Green Gallery, New York, 1964.
seven geometric plywood structures painted grey.
Artworks’ titles*: Boiler, Cloud, Corner Beam, Beam on the Floor, Table, Wall Slab.
*I couldn’t find the original titles in English,...

Exposición Green Gallery de Robert Morris, Nueva York, Abril 1964. Photo: Rudolf Burckhardt. https://www.artforum.com/print/201902/jeffrey-weiss-on-robert-morris-78375 Consultado 3 de agosto 2023.

La pieza Hanging Slab (Cloud) había sido instalada suspendida del techo confiriéndole protagonismo, y otorgando al espacio mayor dinamismo. Pero esta pieza un año antes, se había expuesto en la misma galería suspendida a cinco centímetros del suelo, de modo que era contemplada desde arriba en lugar de elevando la mirada. En esta exposición de 1964/65, el título de Cloud (Nube) era una metáfora descriptiva que aludía a su posición elevada y suspendida, a diferencia de las otras piezas como Untitled (Corner beam) o Untitled (Corner piece), que ocupaban dos rincones de la galería. Donald Judd (1928-1994), en aquellos años crítico de arte para la revista Arts Magazine, se sorprendió por su especial tratamiento del espacio, que resultaba totalmente activado. 

¿Qué era realmente lo importante, lo sorprendente? Que ningún otro artista en Nueva York había realizado obras de una simplicidad tan categórica como las de Morris (paralelepípedos de contrachapado pintados en gris) concentrando el interés en la relacionalidad. Desplaza el centro de interés de la obra a su relación con el espacio y con el espectador. De modo que la misma pieza, en función de su posición en el espacio, se transforma, siendo nube o mesa, y cambia además cómo se percibe en función de la posición y el recorrido del espectador por la sala.

La individualidad aparece en la medida en que se distingue de otras individualidades. Una persona aparece en el momento en que entra en relación con otras personas.

Martin Buber, trazando el estatus ontológico del hombre, afirma que su estructura fundamental es la relacionalidad.4

Asistimos por tanto a un cambio de paradigma que va del genio a la relacionalidad.

También Edith Stein (1891-1942) se manifiesta en esta línea y afirma del ser humano que está presente frente al otro, porque puede comunicar desde lo más profundo y alcanzar lo más profundo del otro. En el sentido señalado de estar frente al otro, Stein habla de que el punto de partida de la alteridad está en la génesis del sujeto; esto no significa, sin embargo, que el otro me determine socialmente como “yo”, al contrario, suscita en mí la comparación con lo que percibo de mí internamente, consintiéndome –según Buber– adquirir cada vez más la plena conciencia de mí mismo a través de un continuo retorno que puede tener también una función de correctivo. 5

Se delinea así una interpretación de la persona como ser en relación, que vive en una dinámica relacional. Hoy, frente a las primeras escuelas de Psicología como el Conductismo y el Psicoanálisis, en las que los objetos externos –como los estímulos, condicionamientos y traumas– parecían imponerse sobre la libertad del sujeto, otras más modernas centran su interés en la primacía del sujeto sobre los objetos externos con los cuales debe entrar en diálogo para conocer su propia verdad y así sanarse, es la línea del psicoanálisis de Erich Fromm (1900-1980) y de la logoterapia de Víctor Frankl (1905-1997). 6

Al poner el énfasis en la persona como ser en relación la comprensión antropológica se amplía y se libra de caer en posibles errores como el solipsismo7, el subjetivismo y el egoísmo. La asunción de esta visión antropológica, basada en una verdadera ontología de la persona, tiene sus implicaciones inmediatas sobre todas las dimensiones de la vida humana, como la ética, el arte y las formas de convivencia. De tal manera es así que podemos afirmar que “en la relación YO-TÚ radica el origen del hombre y, por tanto, también su salvación. El redescubrimiento de la vida dialogal salva al hombre solitario, silente y enfermo.8

Recogiendo la tesis de la relacionalidad radical del hombre, de su ser dialogal, redescubriendo el tú como espacio connatural de integración del yo, y el nosotros, como el ambiente de crecimiento común, el personalismo recupera los valores de la amistad, del diálogo, del encuentro, de la palabra como autodesvelamiento desde la óptica de la libertad. 

En el desarrollo de una experiencia de comunión artística es de gran importancia partir de estas consideraciones de la relacionalidad del ser humano, pues ella nos permite sustentar la base ontológica de la persona como ser de diálogo. Si atendemos a nuestra dimensión dialógica y de comunión como una dinámica de interacción en la cual es tan importante expresarse como escuchar y contemplar al otro, recibir como donarse, es posible que muchos de estos males de nuestro tiempo no sólo tengan una posible solución, sino que podremos convertirlos en verdaderas oportunidades creativas y generadoras de nuevas vías de expresión y comunicación.


  1. Boecio, Cinco opúsculos teológicos (Opuscula sacra), Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 2002
  2. Estrada Díaz, Juan Antonio, “Del yo individual al yo del nosotros en la ‘Fenomenología’ de Hegel”, Ensayos de Filosofía, nº 2, 2018 (1), artículo 10, https://www.ensayos-filosofia.es/archivos/articulo/del-yo-individual-al-yo-del-nosotros-en-la-fenomenologia-de-hegel 
  3. Romeu, Vivian, “Buber y la filosofía del diálogo: Apuntes para pensar la comunicación dialógica”, Dixit  no.29 Montevideo dic. 2018 https://doi.org/10.22235/d.v0i29.1696 
  4. BUBER, M., Io e tu, in  Id., Il principio dialogico ed altri saggi, San Paolo, Cinesello Balsamo, 1993, p. 72, cit. en Palumbieri (2006)
  5. Id. p.106
  6. Fue un neurólogo y psiquiatra austriaco, fundador de la logoterapia. Sobrevivió desde 1942 hasta 1945 en varios campos de concentración nazis, incluidos Auschwitz y Dachau. A partir de esa experiencia, escribió el libro El hombre en busca de sentido (1945).
  7. Doctrina filosófica que defiende que el sujeto pensante no puede afirmar ninguna existencia salvo la suya propia.
  8. JIMÉNEZ H., Emiliano, ¿Quién soy yo?, antropología para andar como hombre en el mundo, Bilbao, Ed. Desclée de Brouwer, 1990.