La comunión artística: realidad relacional y diálogo profundo

Grupo LabCA

Conferencia impartida en el encuentro LabCA 2017

Podemos atrevernos a manifestar que Picasso representa el final del mito del artista como genio creador, frente a Duchamp, que nos abre las puertas a otro mundo cuando viene a afirmar que la obra no existe sin la relación con el espectador, es en este confesado entramado de relaciones donde se encuadra el concepto de COMUNIÓN ARTÍSTICA.

¿Qué entendemos por comunión artística?

Etimológicamente “comunión” quiere decir: “participación de alguna cosa con otros”, o “unión de varias personas en una misma fe o bajo un mismo ideal”. Esta “unión” es fundamental porque implica que el otro es importante, incluso imprescindible desde la perspectiva de la creación artística. 

A veces es más sencillo para dar una definición comenzar diciendo qué no es: «Comunión artística» no es sólo diálogo o colaboración en una creación particular, es algo más.

Comunión lleva en sí el significado de común-unión. Por tanto, esto es una actitud y un posicionamiento que va más allá de un trabajo de colaboración en el que se produce un reparto de tareas; va más allá de un trabajo en el que debemos ponernos de acuerdo y tras valorar las ideas de unos y de otros hacemos una mezcolanza para que nadie sienta que ha perdido su aportación; va más allá, por generoso que sea el afirmar “Es mejor tu idea que la mía, adoptémosla”.

Ante estas posibilidades de trabajo se puede plantear al menos una más: lo que hemos llamado comunión. Porque entendemos que la comunión es más que colaboración, dado que afecta profundamente al ser de cada una de las personas  implicadas: sus capacidades técnicas y profesionales, su voluntad, su humildad, su generosidad, su ausencia de temor. 

Por tanto entendemos la comunión artística como la relación profunda que se establece, que ha de llevar a empatizar de un modo notorio con aquel o aquello con lo que se establece la relación y que se pone al servicio del arte, ya sea en el aspecto creativo, interpretativo, entre personas, entre obras, entre las obras con el espacio o entre las distintas partes de la obra.

La Comunión Artística es un método de trabajo 

Si nos centramos en la Comunión Artística entre personas, podemos concebir que sea un método de trabajo abierto a todos, que parte del establecimiento de unas relaciones personales/profesionales en torno a la realización de la obra.

Para evitar que sea una relación alienante, como advertía Hegel, ha de desarrollarse en la confianza plena y recíproca. Para ello, quienes participan deben estar dispuestos a asumir unas premisas previas:

  • El respeto por el otro artista y su obra (sin prejuicios, para poder comprenderlo y valorarlo, apertura hacia la belleza que hay en todo, hacia todas las bellezas)
  • Capacidad de acogida de las ideas ajenas, de escucha y de diálogo, que implica una renuncia del YO.
  • Donación de las propias ideas con total desprendimiento
  • Responsabilidad delante de sí mismo y de la sociedad, que lleva a no malgastar el talento y a ser fiel a la inspiración.

La Comunión Artística requiere pues de un compromiso “arriesgado”

¿Por qué arriesgado?

Porque supone la renuncia al yo para dejar espacio a la idea del otro. Porque cada uno debe abandonar sus talentos en las manos del otro, y debe comprometer su personalidad en virtud de la colectividad o la experiencia conjunta, sabiendo que literalmente comprometer significa poner a una persona o cosa en una situación difícil. Supone por tanto un salto al vacío en el que pierdo la seguridad de lo que tengo por algo que desconozco, en el deseo de crear una obra capaz de superar mis limitaciones, mi propio mundo. Y nuestra experiencia ha sido literalmente esta.

El término “en comunión” es activo. Evoca un movimiento, algo dinámico, no estático.

Es la relación entre distintas identidades. Implica una serie de movimientos de convergencia y de reciprocidad ligados a todos los elementos que conforman la creación artística y su apreciación. Es una dinámica de continua relacionalidad.

Por tanto, la Comunión Artística propone una relación de respeto y aprecio del otro, que permita acercarse sin prejuicios, a su forma de concebir el arte y la vida. Este esfuerzo por comprender o empatizar con el otro requiere sin embargo la clara conciencia de que no por ello hemos de dejar de ser nosotros mismos, pues de otro modo su validez se transformaría en manipulación o alienación del propio sujeto, un peligro que apuntaba Nietzsche. Propone ser abierto a otras culturas, otras artes, otras concepciones estéticas, otros modos de pensamiento. Esta apertura es la que te permite crear una verdadera relación de comunión, que te enriquece, y te hace pasar del yo al nosotros, al uno. Aunque siguiendo un razonamiento lógico pueda resultar paradójico, la comunión no implica uniformidad, sino, todo lo contrario, es decir, una unidad basada en la diversidad de cada individuo, de cada modo de pensar.

Esta comunión puede tener un carácter puntual, incluso fortuito, tener una periodicidad o ser permanente.

¿Cuáles son sus efectos?

La experiencia en la búsqueda, estudio y práctica de la Comunión Artística como Laboratorio, nos ha llevado a extraer las conclusiones que aportamos a continuación.

La comunión potencia los propios talentos, resulta una ayuda para que la obra alcance su plenitud, además de un apoyo para afrontar los retos y los compromisos que el arte nos plantea y nos demanda, para ser fieles a la responsabilidad social que adquirimos como artistas.

La Comunión Artística tiene como efecto una amplificación de la inspiración, hace percibir más claramente la inspiración. Esto no implica la existencia de una inspiración colectiva. En este caso se trata de una inspiración individual que se puede trabajar de forma personal o en equipo, pero respetando el ser de cada uno. La inspiración puede surgir como fruto de esta experiencia de comunión, que cada individuo vive de forma personal. La posibilidad de realizar esta experiencia está abierta a todos los artistas.

En muchos casos la experiencia nos dice que la escucha profunda ejercida por el otro sirve de espejo a lo que, aun estando dentro de mí, soy incapaz de hacer aflorar sin la ayuda del otro. Sedimenta las ideas en suspensión. Es así como la confrontación en comunión ayuda a que nuestra propia obra, no una obra conjunta, encuentre su más perfecto deber ser. Porque a veces recursos aprendidos, determinados vicios, la comodidad de una solución, o el simple bloqueo en un momento dado, acaban dominándonos, y somos incapaces de sacudirnos para volvernos a quedar limpios. En estas ocasiones la ayuda de la presencia y la visión de otro constituyen un impulso para saltar por encima de nuestras propias barreras.

El artista al establecer una relación de comunión con otros artistas genera un vínculo que permanece en el espacio y en el tiempo, aunque paradójicamente haya siempre que empezar de cero para que dicha relación sea siempre nueva. Esta relación de comunión entre los artistas es extensiva a todas las demás personas que componen el entorno artístico, tanto en su vertiente “teórica” como “práctica”: críticos, comisarios, galeristas, directores artísticos, incluyendo también al espectador. La comunión artística les mantiene unidos y les da la fuerza para ser fieles a la responsabilidad social que cada uno adquiere como artista. 

Este estado de apertura se ha de renovar y fortalecer en cada ocasión, requiriendo una tensión continua.

Lo importante no es qué hacer conjuntamente, sino cómo hacer. Esta es la principal novedad que aporta la Comunión Artística. Por esto no está sujeta a ningún ismo, a ningún posicionamiento estético, sino que puede practicarse incluso entre miembros de diferentes corrientes artísticas o distintas disciplinas. 

La novedad radica en el método, no tanto en el resultado final.

El Arte en sí es una llamada a la comunión de los hombres con ellos mismos y su entorno.